viernes, 30 de enero de 2015

URBEX: LA MASÍA DE LA LECHUZA Y LA HERRADURA

Texto y fotografías: Joan Ramon Santasusana Gallardo.
Fecha: 18 de enero del 2015. Lugar: En algún lugar de la comarca del Baix Empordà, provincia de Girona, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 182. Total fotografías publicadas: 155.
Si quieres saber qué es el urbex: Urbex: exploración urbana.
Si quieres ver otros archivos urbex: Archivos urbex.


La masía de la lechuza y la herradura está en las inmediaciones de un pequeño pueblo de la comarca del Baix Empordà, justo al lado de su ayuntamiento. Esta masía consta del edificio principal, formado por lo que es la casa en sí (parte de la cual se mantiene en pie, y parte, derruida), que constaba de dos plantas, con unas enormes cuadras y una pequeña sección de corrales y cobertizos adosados a su alrededor. Separados ya del edificio principal, hay otro par de edificaciones: un pequeño taller o granero (es difícil adivinar exactamente que uso se le daba exactamente a este espacio), y un enorme corral para ganado –inaccesible en el momento de mi visita debido a que estaba totalmente invadido por zarzas-; este corral tiene, a su vez, un pequeño cobertizo pegado a él. Más allá, una vieja plantación de árboles abandonados, desde la cual se puede visualizar el castillo de la zona antigua de está localidad, que está separada del resto del pueblo, más moderno. En esta zona, enterrado bajo tierra y una densa vegetación, todavía puede hallarse una gran cantidad de chatarra -parte de viejas maquinarias agrícolas-, botellas de cristal y viejos botes de latón y plástico que quedaron abandonados ahí largos años atrás.


Sin duda, una de las sorpresas más agradables de esta visita inesperada -pues descubrí este lugar por casualidad- fue la visión de una enorme lechuza común (tyto alba) que, ante mi inesperada intromisión, surgió de la espesura formada por una legión de plantas trepadoras que cubre parte de la fachada de la zona derruida del interior del viejo caserón, planeando silenciosamente sobre mí. Tal fue mi impresión ante la majestuosidad del ave, que fui incapaz de reaccionar y echarle una fotografía pese a ir con la cámara fotográfica en mano.


Tras su visión, y penetrando en los pequeños corrales que están pegados al cuerpo principal del edificio, otro pequeño hallazgo alegró mi vista: el descubrimiento de una pequeña herradura oxidada, con un clavo aún pegada a ella. Esta herradura me trajo a la memoria esa vieja superstición que afirma que encontrar una herradura trae buena suerte, y, efectivamente, así me sentí yo, afortunado del pequeño descubrimiento de ese pequeño tesoro y la visión de la clara lechuza que había visto apenas unos minutos antes.


Precisamente en homenaje a ambos acontecimientos, decidí bautizar esta masía como la masía de la lechuza y la herradura.
























































































































































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