miércoles, 12 de agosto de 2015

URBEX: EL PUEBLO TÓRRIDO DEL INFIERNO

Texto y fotografías: Joan Ramon Santasusana Gallardo.
Fecha: 26 de julio de 2015. Lugar: En algún lugar de l'Alt Empordà, Cataluña, España.
Total fotografías tomadas: 161. Total fotografías publicadas: 110.
Si quieres saber qué es el urbex: Urbex: exploración urbana.
Si quieres ver otros archivos urbex: Archivos urbex.


Una de las cosas que más lamento a veces cuando escribo artículos de temática urbex es no poder escribir el nombre de un lugar ni hacer algunas referencias claras de su historia, ya que rápidamente podrían indicar su localización, facilitando de este modo que vándalos y desaprensivos llegaran a hacer estragos en dichas ubicaciones. Y si digo que lamento no poder escribir sobre todo ello precisamente en este reportaje fotográfico, es porque el pequeño pueblo abandonado que visitamos en esta ocasión está cargado de historia.


Fue en uno de los días más calurosos de este verano, alrededor de las cuatro de la tarde, y rodeados del ruido ensordecedor de una verdadera plaga de cigarras, cuando, siguiendo un camino de roca y grava casi impracticable, llegamos a los límites de esta tórrida aldea que se encuentra enclavada a los pies de unos montes ásperos y rocosos por el que discurren dos riachuelos estacionales, que evidentemente estaban secos en el momento de nuestra visita debido a la sequía del presente año.


La aldea tórrida del infierno no sólo está formada por el pequeño núcleo de casas abandonadas que visitamos –la mayoría de ellas en un estado totalmente ruinoso-, sino que también engloba un conjunto de casas diseminadas a lo largo de los montes bajos de la zona, algunas de las cuales ya fuimos encontrando a lo largo de nuestro camino cuando nos dirigíamos al pueblo en cuestión, aunque no he incluido ninguna de estas casas en este reportaje, ya que apenas nos detuvimos para verlas.


Debido al enorme calor de ese día, agotador y húmedo, finalmente abandonamos la zona sin llegar a explorarla por entero. En las cercanías, a apenas un kilómetro, se hallan las ruinas de un viejo castillo –apenas cuatro paredes-, y algo más lejos, penetrando aún más al interior de las montañas, una pequeña ermita, por lo que es probable que más adelante, cuando el tiempo sea más fresco, regresemos para visitar de nuevo esta región con más calma.












































































































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