domingo, 3 de diciembre de 2017

CUATRO AÑOS JUNTO A TI...

... y espero que sean muchos más.


Hoy hace cuatro años desde que te conocí en persona. Según me cuentas, antes ya habíamos coincidido en una ocasión, pero yo no la recuerdo, y, en aquel momento, tampoco sabíamos que en un futuro, casi tres años después, nuestros caminos iban a cruzarse de nuevo para formar algo juntos. Lo reconozco, en aquella primera ocasión, tú estabas allí con aquella vieja amiga a la que me pasé a saludar, pero yo no me fijé en ti. Iba a mi bola, ¡como siempre!

La historia podía haberse acabado aquí. Punto y final.

El tiempo pasó…


Pocos días después de aquel fugaz encuentro contigo, empecé una nueva relación que no terminó de cuajar bien, y tras la ruptura, me sumí en un largo año de soledad y reflexión, que se inició con pena y tristeza pero empezó a evolucionar en un gran cambio en mi vida. Descubrí que soltero y libre, lo empezaba a llevar bien y era mucho más feliz. No fue el mejor de mis años, pero fue uno de los años en que más aprendí, y empecé a manejar bien el timón de mi vida.

Aprendí a disfrutar de mi soledad haciendo cosas que verdaderamente me hacían sentir feliz y me realizaban, y a retomar cosas que tenía olvidadas o aparcadas. Aprendí que si bien no tenía claro que era lo que quería en mi vida, si tenía muy claro que era lo que no quería. Aprendí a retomar viejas amistades y a conocer a gente nueva según nuestras afinidades. Aprendí que mucho mejor que mirar al pasado u obsesionarse con el futuro, lo mejor es vivir el presente, el día a día. Aprendí a dar un nuevo valor a las cosas según si me servían para ser más feliz, o a desembrazarme de ellas si, por el contrario, no servían para nada más que para convertirse en un lastre. Y aprendí muchas cosas más que ahora mismo no recuerdo o que se me habrán borrado de la memoria. El caso es que, en pocos meses aprendí lo que de otro modo quizás me hubiese llevado toda una vida. Fue una época de evolución y cambio brutal, que me ayudó a mejorar muchos aspectos de mi vida. Me sentía libre y feliz de un modo en que no me había sentido durante muchos años.


Aunque reconozco que eventualmente sí que podía pensar en si algún día volvería a encontrar alguien con quien compartir mi vida, esa fue una prioridad que dejó de importarme. Me di cuenta que realmente necesitaba conocer a gente nueva para ampliar horizontes y compartir parte de esos momentos que me hacían sentir feliz, pero no necesitaba a una pareja, sino simplemente conocer a gente nueva afín a mis gustos, mis pasiones, a lo que realmente me hace sentir vivo: las ferias medievales y steampunk, las exploraciones urbanas, los largos paseos por el campo o los bosques, el reencuentro con viejos amigos, la familia, el humor absurdo, el descanso en el hogar, el respeto a la intimidad… Aprendí mucho, y todo eso, y mucho más, me ayudó a crearme una nueva vida en la que, aún estando solo, me sentía feliz de un modo en que no me había sentido en muchos años.

Y un día, por casualidad, nos conocimos a través del mundo virtual, yo aceptando tu solicitud de amistad, pero preguntándote los motivos de que me hicieras esa solicitud si no nos conocíamos ni veía claro que compartiésemos nada en común. Pero hablamos, y acabamos descubriendo que teníamos muchas más cosas en común de las que yo hubiese sospechado al principio. Tu gusto por lo pequeño y los pequeños detalles, tu sensibilidad en las fotografías, el amor por la naturaleza, por lo medieval, la artesanía y lo creativo… ¡Tener una amiga en común en el mundo real que te hablase bien de mí también ayudó, claro! ¡Jajajajaja!


Y dimos ese primer paso de conocernos un día en persona, y pese a mis nervios y miedos, la cosa fue bien y avanzó… No explicaré aquí mucho más, porque como sabes, ya he hablado de ello en muchas otras ocasiones. Hoy no quiero repasar aquellos días, sino más bien reflexionar en lo que has supuesto tú en mi vida y como has cambiado mi mundo.

Tengo claro que desde que te conocí, contigo he sido feliz cada día de mi vida, incluso en esos malos momentos que hemos atravesado en alguna otra ocasión, en las que tu simple mirada, un abrazo tuyo o una caricia han aliviado mi dolor al igual que yo he intentado aliviar el tuyo. He sido feliz por todo lo que me has dado, pero también por lo que no me has quitado, porque me has dejado conservar mi verdadero yo aceptando mis virtudes y mis defectos. Jamás has intentado modificar mi manera de ser, y eso no es algo fácil de encontrar en otra persona, y mucho menos cuando se convive juntos.


Me has dado mi espacio individual, y eso ha hecho que los momentos que hemos compartidos juntos sean mejores, más intensos, más genuinos. No es sólo un nosotros, sino también un tú y un yo. Un respeto a la persona que somos cada uno de nosotros como individuos.

Otra cosa que sabes que valoro mucho o me maravilla de ti es tu sentido del humor, a la hora de darlo o recibirlo, que pasa desde el humor inteligente o la fina ironía hasta llegar a lo más surrealista o escatológico. Porque, ¿qué sería la vida sin risas? Un lugar bello, pero más gris.


Cuatro años, y creo que aún después de tanto tiempo no hay ni un día que no me sorprendas con algún pequeño detalle. Quizás me sorprendo porque después de tanto tiempo aún estás aquí, junto a mí. Pero es mucho más que eso, es nuestra capacidad de vivir el presente y de podernos sorprender mutuamente improvisando cada día, con los banquetes que hacemos en casa, con esas salidas inesperadas al aire libre, buscando fotografiar pájaros o pequeños detalles de la naturaleza, cazando leyendas o árboles monumentales, descubriendo la belleza de pequeños pueblos que aún guardan calles que parecen olvidadas o suspendidas en el tiempo, los cuentos inventados que nos contamos en ocasiones por la noche antes de dormir, las miradas, lo sublime, lo obsceno, el arte o lo mundano… Y así, cada día, vamos construyendo un mundo nuevo, e, incluso en la monotonía, contigo cada día es diferente.

Es muy sencillo… simplemente te amo por ser como eres. Ni más ni menos. Y hoy ya son cuatro años junto a ti. T’estimo!



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